La Nueva Revelación no deja lugar a duda de que estamos viviendo
el principio de los tiempos finales. La anunciada confusión de los espíritus,
la destrucción del medio ambiente, los terremotos y las inundaciones catastróficas de grandes dimensiones ya han comenzado y aumentarán continuamente, según las manifestaciones de Jakob Lorber.
También se le comunicó a Lorber que la Iglesia Católica está viviendo
' su tiempo final y que habrá de pasar por un severo juicio. Durante siglos,
Dios observaba calladamente las grandes transgresiones de la jerarquía de
la Iglesia Católica, pero ahora Él habla a través de los profetas de los tiempos finales: «A partir de ahora ya no demostraré paciencia e indulgencia
' con los poderosos. Lo puedes creer (dirigiéndose a Lorber, nota del autor),
que te lo anuncio Yo». (Gr X 27, 8).
El teólogo católico de Lubac se da perfecta cuenta del fenómeno de los
profetas en nuestros días, diciendo: «los videntes oyen voces y comprenden
unas conexiones que al hombre normal quedan vedados».
Las revoluciones intelectuales tienen su origen siempre en circunstancias
anteriores. La lista de las deudas y culpas de la Iglesia Católica es larga
y no puede ser borrada por medio de formulaciones gratas al oído de los
decretos de los concilios.
A través de toda la historia de la Iglesia se puede apreciar el hecho que
se iba apartando del encargo que Jesús dio a sus apóstoles. Ya no es posible
tender un puente sobre el abismo existente entre el mensaje de Jesús y la
realidad. Da en el blanco el cardenal Suenens, de Bélgica, cuando a la
vista de los acontecimientos dice que la reacción violenta en nuestros días
es el resultado de la violencia empleada en el pasado. Numerosos teólogos
sensatos, como por ejemplo Hans Urs von Balthasar, Karl Rahner, S.J.,
Pribilla, S.J., Hans Küng y muchos otros están enterados de la relación
entre los errores anteriores de la Iglesia y su decadencia actual. «Las fuerzas
negativas de los siglos pasados no se pueden minimizar simplemente con
juegos de palabras casuísticas: tal como lo suelen hacer los apologetas católicos
llamándoles "signos de su tiempo", porque irradian parecido a la
radioactividad a través de largas épocas hacia nuestros días.»
La vida en el inmenso ghetto de la Iglesia Católica llegó a ser peligrosa
e inaguantable durante siglos. No se diferenciaba en nada de las condiciones en los estados totalitarios del siglo xx. Jesús predijo a sus discípulos
este terror y el fanatismo: «Cuando comiencen a divulgar mi doctrina entre
los pueblos por medio de la espada, la vida se tornará mísera. Correrán
ríos de sangre». (Gr X 106, 14). «Pero todo esto ha de suceder por el libre
albedrío del individuo y para la educación a la auténtica vida que cada uno
ha de recibir, y sin la cual ningún hijo de Dios verdadero podrá entrar en
la gloria del Padre.» (Gr III 228, 8).
«No puedo quitarle al hombre su libre albedrío, porque dejaría de ser
hombre.» (Gr VIII 213, 22).
La degeneración en la Iglesia Católica, el ansia de poder, la opresión
ejercida, que aún hoy emanan de la política represiva del Vaticano, son
la razón fundamental de la decadencia actual de la Iglesia. La Nueva Revelación demuestra claramente la relación causante.
«Una ley de observancia obligatoria va en contra de la orden divina,
en primer lugar, porque ofusca al hombre en vez de iluminarle y en segundo lugar, porque los legisladores usurpan un poder que no les corresponde,
se vuelven soberbios y tiranos y añaden preceptos propios y malos a las
leyes divinas. Los fieles tiemblan temiendo infringir estos preceptos, más
que las leyes divinas. De allí resultan: la superstición, la idolatría, el odio
hacia los de otras religiones, las persecuciones, los asesinatos y las guerras.»
(Gr Vllt 20, 11-20).
«Todos los que esperan la fundación del Reino de Dios en la tierra con
gran esplendor, se verán defraudados en sus esperanzas, porque un reino
de esta clase no se establecerá, tomando origen de Mí y en Mí y en la verdad auténtica.» «Falsos profetas hablando como si fuese en Mi nombre lo
intentarán, pero Yo nunca habitaré en un reino así. Mirad, ésta es la verdad
acerca de Mi reino en la tierra.» (Gr X 73, 9-10).
La Iglesia Católica conoce la palabra de Dios. No posee solamente los
Evangelios, sino a través de los apóstoles y los patriarcas ha recibido aún
mucho más de la tradición secreta, lo que hoy nos es revelado por la Nueva
Revelación. Pero en el correr de los siglos ha hecho mal uso de la palabra
de Dios. Su sistema de obligado cumplimiento y su «imperialismo dogmático» está basado en un principio rígido y estático. El elemento de rigidez
inmanente en el sistema no admite ninguna flexibilidad, y ahora, cuando
en el mundo moderno todo es movimiento dinámico, su misma rigidez es
su perdición. Aparece como falsa y los hombres juiciosos no le tienen confianza. Ya no es digna de crédito. «Ahora se ven claramente las grietas
en las columnas debidas a la estática equivocada», dice Urs von Balthasar.
En octubre de 1974 durante el Sínodo de Obispos en Roma, los cardenales
Alfrink (Utrecht) y Doepfner (Munich) declararon que la Iglesia misma es
a menudo la causa que impide el acceso a la fe. Subrayaron que el Sínodo
se debería ocupar en primer lugar de una credibilidad mayor de la Iglesia,
y luego de las dificultades que el mundo produce a la Iglesia.
Nunca más la Iglesia reconsideraba su mensaje espiritual y cómo divulgaba la doctrina de Jesús en contra de todas las adversidades durante los
primeros siglos, sin hacer uso del poder. Tampoco se liberó de la exterioridad de sus ceremonias y de su poderío por miedo al riesgo para su sistema
falso. Por esto podrá convertirse en realidad la palabra: «Las culpas del
pasado actúan como un veneno en el presente».
En la Nueva Revelación se vaticina la actual posición rígida de Roma y
de algunos obispos. «Entre los antiguos mandatarios se encuentra poco de
libre y buena voluntad hacia los pueblos. Lo que hacen en favor de los
pueblos lo hacen obligados por las circunstancias. Si se pudiesen liberar de
éstos por algún medio favorable para ellos, pronto los hombres bailarían
otra vez al mandato de la vieja Inquisición española.» (Gr X 30, 1). «Emplearán todos los medios para reconquistar su esplendor y su poderío de
antaño.» (Pr 209).
Pero se encamina hacia una reforma que será totalmente distinta a
la
que ellos se imaginan (Pr 65).
El Concilio Vaticano II no trajo el cambio esperado. Una vez
pasado
el primer tiempo de euforia, los integristas vuelven a imponerse en el Vaticano y
obstaculizan los cambios fundamentales de las estructuras eclesiásticas. Pero sobrevino un cambio de otra clase. Se desataron fuerzas que
ya no pueden ser dominadas por la curia. Ahora se descarga con vehemencia la presión acumulada durante largo tiempo. Las formas y costumbres
tradicionales se tambalean, y la Iglesia se ve sacudida por controversias teológicas cada vez más graves. Se derrumba la autoridad absoluta del papa que
había llegado a un grado extremo a través de los siglos. Los católicos juiciosos
no pueden escapar de la pregunta: ¿Qué es la verdad y qué es solamente
el envolvimiento? El hecho de que la Iglesia ha debido ceder en su dogmatismo estricto -el que obligó creer literalmente el contenido íntegro del
Antiguo y Nuevo Testamento, aceptándolo palabra por palabra, como verdad
infalibleha provocado entre todos los que poseen un espíritu crítico, gran
desconfianza en las enseñanzas de la Iglesia. Círculos amplios se han dado
cuenta que los teólogos se habían visto obligados a defender con argumentaciones sofisticadas afirmaciones insostenibles.
Tanto a este lado como al otro lado del océano, sacerdotes, frailes y
monjas dejan sus órdenes y sus servicios. En Europa de 35.800 parroquias,
el veintisiete por ciento carece de sacerdote. El Santo Oficio admitió en junio de 1964, que en aquel tiempo el número de sacerdotes que fracasó por
el celibato llegó a 30.000 ó 40.000 sacerdotes. Pero la crisis de los sacerdotes no solamente se nota en el número de los que dejan su servicio
sacerdotal, sino -y esto no salta tanto a la vista-, en el aumento de las dudas
y de la resignación interior en muchos sacerdotes, cuyo número es más grande
que el de aquellos que dejan sus servicios. En todo el mundo resignan
cardenales, obispos y sacerdotes. Todavía subsiste la representación del poder,
pero la base se está disolviendo. Aumentan las bajas en la Iglesia, y la marcha hacia una emigración interior parece el caudal creciente de un río. La
joven generación se ha apartado en gran parte de la Iglesia. Por doquier
reinan la desorientación y el miedo.
Esto es un esbozo somero de la situación de la Iglesia Católica, tal como
se presenta después del Concilio Vaticano II. A los escépticos hacia las profecías de Jakob Lorber, se les invita a meditar sobre la profecía de Jakob
Lorber ya hecha realidad: «Cuando se reunirán en un concilio de su docta
sabiduría, entonces actuaré, les golpearé en sus cabezas sabias y les
destruiré». (Hi II, pág. 196).
«Ya que no tienen el verdadero espíritu, todo lo harán con gran
ostentación según su ceguera espiritual y su sabiduría mundanal; con esto atraerán
a muchos, también de los de espíritus buenos. Y, mirad, esto llevará a una
adulteración de la doctrina pura.» (Gr VI, 22, 3-4).
«Todavía los hombres se aferran a ceremonias y costumbres -un signo
éste de que son muy materialistas-, y que sólo desean y comprenden lo
material.» (Pr 18).
«Este pueblo me venera en iglesias construidas con piedras, adornadas
con campanarios, órganos y flautas, campanas y campanillas, incienso y
cirios encendidos, paramentos dorados», «pero no les preguntes dónde tienen su corazón, si lo tienen cerca o lejos de Mí». (Hi Il, pág. 368).
Pregunta el Señor: «¿y qué resultado da este tipo de religiosidad
superficial del pueblo católico?» (Gr IX 209), y contesta: «Mirad, los hombres
se alejarán cada vez más de Dios, en vez de acercarse con amor, de corazón, en confianza y con fe auténtica y viva». Finalmente, Dios ha de volver
a hablar por boca de un profeta que llamará para que grite a los hombres:
«Mirad, este pueblo me venera con los labios y con sus ceremonias mundanas, pero su corazón está lejos de Mí». (Gr IX, 209, 4). «Les importan
más las obras y las ceremonias aparentes, que la Vida que les habla», «dejad todo esto, solamente conservad el amor» (!) (Schriftt 108, sig.).
«La luz, el verdadero Reino de Dios nunca vendrá de Roma.» «Lo que
ocurre allí, es externo solamente.» (Hi II, pág. 370, sig.).
«Han trocado lo divino por lo mundano, dieron a los hombres la
cáscara en vez de la nuez de la auténtica vida espiritual.» (Pr 119).
Las consecuencias de la opresión, la superstición tolerada e incluso
promovida, y la imaginería mágica del pueblo cubren como mildiu, la auténtica doctrina de Jesús. La rigidez en sus conceptos y costumbres, ha
llegado
a ser tan fuerte a través de la educación inadecuada durante generaciones,
que los hombres ya no están abiertos para reconocer la verdad. Da miedo
el juicio emitido y comunicado al profeta acerca de la superficialidad religiosa
de muchos católicos fieles a la Iglesia.
«Como Yo me esperaba poco de los judíos en Mi tiempo, menos que
de los paganos, en los tiempos actuales, se puede esperar menos todavía
de los que se llaman católicos y creen serlo de verdad, mientras cumplen
con los preceptos. Sí, estos mismos que deberían ser el campo donde mejor
brotara Mi enseñanza, son los peores antagonistas cuando se les despierta
de su religiosidad tan cómoda, exigiéndoles algún sacrificio o renuncia. No
son capaces de soportarlo porque les falta la fuerza moral de superar las
costumbres e ideas, a las que están habituadas. En esto se parecen a los
oyentes de Jesús en Sus tiempos (durante la vida terrena de Jesús, el autor).
Me buscan en todas partes, en las iglesias, pero no en el camino de la vida,
donde deberían demostrar con sus obras, lo que prometen en las iglesias.»
(Pr 202, ss.).
«No es cosa fácil convertir los hombres a la doctrina pura de la verdad
venida del Cielo, estando ellos establecidos en toda clase de errores, extrayendo ventajas mundanas de los mismos» (Gr X 128, 3), «pero yo llevaré
las almas puras a vuestro encuentro» (Pr 163).
Se han anunciado las consecuencias de la decadencia, y éstas ya están
hoy a la vista de todo el mundo:
«Tal como antaño, los seguidores decepcionan a sus maestros, se
apartan y buscan la luz, buscan la palabra -la expresión de la búsqueda de
Dios-, buscan lo que no encuentran en sus maestros.» «Hay un ansia para
conseguir la libertad de pensamiento, la libertad espiritual.» (Pr 24).
«La razón de que Yo ahora reparto tanto pan del Cielo como nunca
ocurría desde Mi vida terrena, es porque ahora se acerca el momento cuando el mundo llega a su punto culminante de aberración y desviación del
verdadero sentido de Mi creación.» (Pr 163).
«Ahora voy a abrir los ojos a los no-creyentes y a los exegetas
de cada
letra de Mi Biblia (los teólogos, el autor), les explicaré el auténtico sentido.»
(Pr 163).
Desde siempre los profetas fueron hombres incómodos para la jerarquía
en el poder. Los profetas del Antiguo Testamento provocaron la ira de los
sacerdotes, que los perseguían; del mismo modo las palabras proféticas de
Jakob Lorber suscitan contrariedades, ira y protestas. También para su profecía vale lo que Jeremías dijo con palabras proféticas: «Mi palabra ¿no
es acaso como el fuego, y como martillo que quebranta la roca?».
(Jer 23, 29).
Acerca del destino de la Iglesia Católica en un futuro próximo, Lorber
dice lo siguiente:
Dice la Nueva Revelación que la Iglesia ha sido desvirtuada por el ansia
de poder y la soberbia (Pr 90). Se condena estrictamente cualquier obligado
cumplimiento o juicio (Gr IX 39, 11). «Nunca he empleado la fuerza con
nadie de vosotros (sus discípulos, el autor), sino que al llamaros os he dejado toda la libertad: ¡quien quiera, que venga, escuche, vea, y luego que
me siga! Y vosotros lo hicisteis con toda libertad. Y así, vosotros en Mi
nombre seguid, y vuestro camino será un buen camino.» «Pero quien quiera hacer una obligación de ello, éste no será Mi discípulo, y en su camino
encontrará rocas, rompientes y espinas.» (Gr VIII 20, 3-5).
«A cada hombre le es dado desarrollar su propia vida por sí mismo.»
(Gr I 93, 8). «La fe en la autoridad resta luz al alma.» (Gr VIII 27, 13).
«Delante de Mí, solamente vale la autonomía libre. Todo lo que va más
allá o lo que queda por debajo, no tiene valor delante de Mí y de Mi Padre,
quien está en Mí y Yo en Él.» (Gr I 93, 5).
«Mirad, no Soy con los que emitan juicio tras juicio y condena tras
condena, ya que ven a Dios solamente en el fuego del juicio, pero nunca
lo quieren reconocer en el amor» (!) (Hi II, pág. 13, 17).
«A los fariseos lo que les importaba en primer lugar, era el Templo,
y a los sacerdotes de los cristianos la Iglesia.» (Pr 266).
«Pero después de la noche viene el albor, y después del albor viene el
día. » «Ahora ya alborea en muchas mentes. » (Pr 90).
«Yo soy tu Señor y tu Dios y con truenos llamo a tus oídos sordos y
a tu corazón endurecido (a la Iglesia, el autor).» (Hi II, pág. 194, 10).
«Tu engreimiento erróneo de tu divino perfeccionismo ha apartado tu
corazón o tu amor de Mí y lo ha llenado con soberbia, altivez, orgullo,
ira, venganza, adulterio y todo lo censurable.» (Hi II, pág. 194, 8).
«Todos tus seguidores que has atraído por el poder de tu doble juego
te aborrecerán de corazón.» (Hi II, pág. 195).
«Tal como tú has actuado contra ellos, ahora ellos actuarán contra ti.
Y recibirás en tu cabeza tu paga merecida.» (Hi II, pág. 197, 15).
«La palabra viva (la Nueva Revelación, el autor), será un fuego en el
corazón de los que lo poseerán.» «Toda palabra humana, resultado de la
enseñanza mundana, será paja vacía, al igual que sus sermones desde el
púlpito.» (Hi II, pag. 198).
Según la Nueva Revelación, Jesús anunció al apóstol Pedro lo siguiente:
«Después de algunos siglos dirán en Roma que tú mismo has fundado tu
sede allí (la Santa Sede, el autor). Y los pueblos obligados por el fuego
y la espada, creerán a los falsos profetas que tú mismo estableciste tu sede
en Roma, que reinarás como el primer soberano de la fe, en Mi nombre
sobre toda la tierra y todos los soberanos de los pueblos. Pero, mira, esta
sede es falsa, y mucha maldad emanará de ella haciendo daño en grande:
partes de la tierra y apenas nadie se acordará de dónde tú estableciste tu verdadera sede, la sede del amor y la verdad, la fe viva y la vida, y
quién
es tu auténtico sucesor. Esta sede se mantendrá largo tiempo, mucho más que mil años, pero no llegará a dos mil
años». «En aquel tiempo será necesaria una depuración grande, para que los hombres puedan volver a
conocerme y creer en Mí.» (Gr VIII 162, 2-6).
«Todo esto podrá ocurrir antes de que hayan transcurrido dos milenios
completos, desde Mi vida terrena entre vosotros» (los apóstoles, nota del
autor) (Gr IX 71, 5).
A los actuales amigos de la Nueva Revelación se les dice: «¡No os
preocupéis de los adversarios! Cuanto más tiempo transcurre, más numerosos
serán mis corderos, y menos desconocida será esta Mi doctrina (la Nueva
Revelación, el autor), pero también será mayor la resistencia ante ella y
sus seguidores. Va a comenzar la lucha». (Pr 131).
«Considerad que se trata de millones de hombres que han de ser
llevados a la verdadera puerta de la luz.» (Pr 132). «No temáis, que ellos
vencerán.» (Pr 107).
«El dolor se acerca a la puerta. Ya hay gran cantidad de tiradores que
no errarán el blanco.» (Gr XI 238).
«Desde luego, el Reino de Dios no vendrá desde la Iglesia externa
(oficial), porque el Reino de Dios es la auténtica vida espiritual, interior y
eterna. Según Mi previsión y cuidado, la Iglesia externa es la protectora de la
Iglesia interna, y ésta se puede encontrar fácilmente si se quiere. No importa
en qué Iglesia externa se encuentra el hombre, con tal de que ésta anuncie
de algún modo Mi nombre y Mi palabra.» (Hi II, pág. 375, 8). «Pero no
maldigáis a todo el árbol, solamente porque su corteza esté muerta.»
(Hi I, pág. 98).
«Si vosotros queréis apartaros (salir de la Iglesia oficial, el autor) poca
bendición llegará a vuestros hermanos.» (Hi I, pág. 99).
(Aquí hay que anotar que casi todos los amigos de la Nueva Revelación
son miembros de la Iglesia Cristiana. La fundación Lorber no instiga a nadie a abandonar su iglesia. En cambio, dice a sus amigos que no deben
pertenecer a una secta (Hi II, pág. 82). Por lo tanto, la fundación Lorber
no debe tomar carácter de una secta, sino que sigue siendo una asociación
abierta de amigos espirituales.)
Almas piadosas, formadas en la tradición eclesiástica, que están
preocupadas por el desarrollo de la Iglesia Católica, desde el Concilio, en su
miedo y su desaliento, se aferran a las palabras del Evangelio: «Las fuerzas
del infierno no prevalecerán contra ella». (San Mateo 16, 18).
Pero mentes simples suelen concretar realidades altamente espirituales,
es decir, se aferran al sentido literal del Evangelio. Los teólogos saben que
las palabras de la cita no se refieren a la organización exterior de la Iglesia.
En la Nueva Revelación se da una explicación exhaustiva de las palabras
de Mateo (16, 18): «Tú eres Pedro y sobre esta piedra Yo edificaré Mi
Iglesia; y las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella». Reproducimos
aquí solamente un extracto de las respectivas aclaraciones. «En todos los
ámbitos cristianos de la tierra reina una gran confusión respecto a esta
cita.» (Gr XI, 332).
«Pedro fue el primero al que di las llaves para el Reino
del Cielo, por
su fe y su confianza, ya que se trata de un reino de amor hacia Dios, en
el corazón del hombre.» (Gr XI, 334). «Cada hombre que Me reconoce
y Me ama, como Pedro, es una verdadera roca sobre la cual Yo puedo
construir y construyo muy en serio, Mi Iglesia del amor verdadero y de
Mi sabiduría.» (Gr XI, 332).
La Iglesia se derrumbará, luego algo nuevo se puede levantar.
«La nueva Iglesia no será sin forma alguna, también ella necesita de
una organización, pero no en el sentido de una Iglesia jerárquica oficial,
con poder de obligar, de condenar, y que se pierde en ceremonias vacías
y en la superstición. También tomará en cuenta las palabras del Evangelio:
No os procuréis ni oro ni plata.» (San Mateo 10, 9).
Una vez transformada la Ecclesia carnalis -como la llama Joachim von
Fioreen Ecclesia spiritualis, las bellas palabras de la parábola de la Nueva Revelación entrarán en vigor: «Mirad, el sabio entra en el desván y
encuentra grandes tesoros cubiertos por ceremonias. Apartará el polvo y colocará el oro puro en el arca. Así haréis vosotros». (Hi I, pág. 99, 15).
Los mandatarios de la Iglesia lo saben, que el juicio está inminente, así
como el fin de la Iglesia Católica. En el año 1960 el Vaticano debió comunicar el secreto del tercer mensaje de los niños de Fátima, que le había sido
entregado en el año 1917, por el obispo de Leiria (Portugal). Desde luego,
la carta se abrió y se tomó nota de su contenido, pero sin divulgar éste.
Pero la comunicación ha trascendido a pesar de esto. No se habla del destino de algún pueblo definido, como han divulgado para desviar la atención.
Según unos comunicados de la prensa de hace algunos años, así lo ha confirmado la única superviviente, que hoy vive en un convento, al obispo de
Leiria. Hoy se sabe, que en el mensaje de Fátima se comunicó entre otras
cosas: el juicio de la Iglesia Católica. En setiembre de 1973, durante el VI
Congreso de Fátima en Freiburg (Alemania), el obispo Rudolf Graber de Ratisbona, dijo: «Fátima da la sentencia del juicio de una Iglesia que cree
poder existir sin sacrificios y sin penitencia, y que se ha vuelto mundana.
Fátima es el juicio de Dios de un mini-cristianismo que se liquida a bajo
precio, como un saldo».
Esto es hablar abiertamente, al igual como lo es la confesión del
patriarca Athenágoras, quien dijo: «Hemos hecho de la Iglesia una organización
como las demás. Hemos gastado nuestras fuerzas para construirla y nos
aplicamos para que funcione. Y, desde luego, funciona, funciona como una
máquina. Como una máquina, pero no como la vida.» «¿Qué hemos hecho? Cristo nos ha abandonado. Le hemos ahuyentado.» En el último
concilio algunos patriarcas católicos han denunciado a la curia como la culpable de la resección de la religión por el juridismo romano y el triunfalismo.
Sus amonestaciones no encontraron el debido eco, como tampoco tantos
otros, pronunciados últimamente.
También el papa Pablo VI debió darse cuenta que la Iglesia está llegando
a su fin. En el verano de 1974, durante una audiencia se quejó: «La Iglesia
padece grandes dificultades, parece condenada a la extinción».
En la Nueva Revelación, el Señor asegura explícitamente que la doctrina
de Jesús seguirá siendo comunicada a los hombres, incluso después de la
destrucción de la Iglesia Católica. «Cuando lleguen el juicio y el fin para
la Iglesia Romana, Mi doctrina prevalecerá entre muchos hombres en toda
la tierra. Pero brillará en lo recóndito, siendo un bien libre del hombre,
les iluminará y les consolará, pero nunca como soberana con corona,
báculo y cetro, sentada en un trono y dominando pueblos enteros.» (Gr VIII 14, 7).
Según la opinión, tanto de teólogos católicos como evangélicos, existe
un gran anhelo para la auténtica revelación en amplios círculos. La comprensión espiritual necesita, sin embargo, un tiempo de maduración. Cuesta
reconsiderar las verdades básicas de la fe a la luz del Evangelio y para esto
hace falta una mente despejada y la facultad de pensar.
La Nueva Revelación que ensancha tanto el horizonte
espiritual, puede
convertir los conceptos rígidos empleados por los teólogos en representaciones convincentes, que serán fácilmente comprendidas por cualquier
persona. Los que buscan la verdad religiosa y lo toman en serio, tal como Jesús
la enseñó, se sentirán llamados a descubrir nuevos conocimientos. En la
Nueva Revelación Dios habla realmente a los hombres de estos tiempos finales. Pero no se llega a la verdad sin esfuerzo. A veces puede ser válida
la palabra de Empédocles al estudiar las profundas capas metafísicas de
esta revelación: «Sé que la verdad está en las palabras que proclamo, pero
para el hombre es difícil llegar a ella, un deseo ardiente le hace esforzarse
en su alma para alcanzar la fe».
Donde existen contradicciones entre la Nueva Revelación y las
enseñanzas de las iglesias, la Nueva Revelación tiene la razón y no la Iglesia, como
mantienen tanto los teólogos católicos como los evangélicos. Es generalmente admitido que durante los primeros siglos, el Evangelio sufrió
adulteraciones en algunas partes, luego, los desmitologizadores y los teólogos en
los siglos XIX y XX, lo han convertido en una caricatura.
«Nadie fuera de ellos», dice significativamente la Nueva Revelación «debe
tener estos conocimientos y experiencias». «No aman Mi luz, ni amarán
a aquellos que les quieren traer Mi luz» (Gr I11 225, 9).
Si las iglesias echan tierra o piedras sobre el profeta de los tiempos
finales, Jakob Lorber, no cambiará el cumplimiento de la profecía.
En estos tiempos, los cristianos deberían hacer caso de lo que dijo el
apóstol san Pablo: «No apaguéis el espíritu. No menospreciéis las profecías. Aquilatad todo. Retened lo bueno». (I Tesa 5, 19-21).
«Donde Dios hace surgir un profeta, no faltarán la intranquilidad y un
cambio en las mentes», dice el Pater Lohfink, profesor en el Instituto Bíblico de Roma.
Para la Nueva Revelación es también válida la palabra de Goethe: «Aún
lo más excelso que pueda surgir delante de nosotros, será tan largamente
negado como fuese posible». Pero ahora ha llegado el momento que esta
importante revelación, del profeta Jakob Lorber, será dado a conocer
ampliamente.
«Hay un empuje generalizado para alcanzar la luz, la vida espiritual,
el amor, una doctrina espiritual auténtica y que ofrece cobijo. La tendencia
espiritual se está moviendo, a pesar de toda resistencia.» (Pr 24).