Con el permiso de © K. Eggenstein: 'El Profeta Lorber anuncia las catástrofes venideras y la autentica cristiandad

Kurt Eggenstein

Las explicaciones de Lorber, acerca de la construcción del universo y la confirmación de las mismas por la moderna astronomía


   Hasta la segunda década de nuestro siglo, entre los astrónomos del mundo reinaba la opinión que el universo consistía en una galaxia (Isla de Mundos), o sea nuestra Vía Láctea. Aún en el siglo XIX, las autoridades más competentes negaron la "posibilidad de galaxias lejanas". Astrónomos que se atrevían a suponer la existencia de otras galaxias, fueron tachados de "herejes" y atacados por los famosos en astronomía dentro de sus revistas y publicaciones. Cuando el astrónomo H. D. Curtis afirmó que el podría dar pruebas de que las neblinas visibles a través del telescopio no eran neblinas, sino otras galaxias, la mayoría de los científicos no estaba dispuesta a aceptar su tesis. Pero el número de aquellos que admitían la opinión de Curtis iba en aumento de año en año. De esta manera se llegó a unas violentas discusiones entre los dos grupos opuestos, en los años 1917 al 1924. El cambio decisivo vino con el año 1925. Los defensores de la opinión "antigaláctica" tuvieron que reconocer que sus opiniones distaron mucho de la realidad. Con el nuevo telescopio de 2,57 metros en el Mount Wilson, entonces el mayor del mundo, se pudo comprobar innegablemente la existencia de otras galaxias fuera de nuestra Vía Láctea. El astrónomo Edwin Hubble explicó en enero de 1925, en un congreso de astrónomos, que las nebulosas M 31, MGC 6822 y M 33, habían podido ser clasificadas como galaxias a través del nuevo telescopio.
    Tiene gracia acordarse que algunos famosos de la astronomía que negaron la existencia de otras galaxias, habían promovido una especie de turbulencia dogmática e incluso dudaron de la utilidad del telescopio en construcción, burlándose de la empresa.
    El resultado de Hubble pronto pudo ser confirmado por otros astrónomos. Existen galaxias pequeñas y otras galaxias grandes. A pesar del general reconocimiento de que no se trata de nebulosas, aún hoy en día en la literatura astronómica se habla de nebulosas espirales.
    En muy poco tiempo se registraron unas 800 galaxias. En el año 1949 su número había llegado a 100 millones. Después de la terminación del telescopio de cinco metros en el Monte Palomar, se pudo reconocer el número enorme de galaxias, que hoy se da como de muchos miles de millones. Para muchos científicos el mundo se hundió. No podían comprender que en la cosmología nos vemos frente a la irracionalidad de la inmensidad total del universo. Incluso actualmente puede ocurrir que uno no quiere aceptar la realidad, por ir en contra de todas las teorías preestablecidas. A principios de nuestro siglo las Revelaciones de Lorber seguramente hubiesen sido recibidas con extrañeza e incluso con burla, ya que los datos facilitados por él no podían verificarse hasta el año 1925 y más adelante, gracias a los telescopios gigantes. ¿Qué fue lo que se dictó a Lorber sobre el universo? Aquí solamente podemos dar un extracto de las manifestaciones. En los escritos Del Infierno hasta el Cielo, tomo II y El Gran Evangelio de Juan. Tomo VI se explica, entre otros detalles:
    "El orden del sistema solar debéis imaginároslo así: los muchos millones de soles planetarios que se mueven alrededor de los planetas como vuestra Tierra, forman un conjunto de soles, con un sol central común a todos. Este sol central es tan grande que su volumen puede ser cien veces, hasta mil veces y en algunos casos hasta millones de veces mayor que el volumen de todos los soles girando junto con sus planetas alrededor de este sol central, ya que existen conjuntos más grandes y otros más pequeños. Cuanto más grande es el conjunto solar, más grande debe ser su sol central." Lorber llama a estos conjuntos solares "universo solar". El universo solar por su parte tiene otro sol central universal aún más grande (VdH II 298, 5).
    La escala que sigue es el "universo solar universal". Millones de "universos solares universales" dan la vuelta alrededor de un inmenso sol principal o "sol central original" (VdH II 299, 8).
    En Gr. VI 245, 3 se dice, que aquellos universos solares universales tienen a una profundidad infinita un sol inimaginablemente grande "el sol central universal". El sistema de mundos llamémosles Globo-Envolvimiento-Mundo, porque todos estos universos universales que giran alrededor del sol central universal representan una bola (globo) indeterminablemente grande, que a causa de su movimiento rapidísimo, al igual que un pensamiento, forman un envolvimiento imposible de ser medido por el ser humano, tanto en profundidad como en extensión. (Gr VI 245, 8). "Pero no preguntéis acerca del tamaño o de la longitud de su diámetro, ya que es difícil imaginar una cifra para expresar tales dimensiones." (Gr VI 245, 13). "Pero el envolvimiento de este globo mundo de esta magnitud es en el fondo, sólo un pequeño punto en Mi Espacio creado." (Gr VI 245, 14).
    "En Mi espacio creado existen incontables envolvimientos de globos mundos, que según Mi orden en su totalidad representan exactamente a un hombre perfecto. De este modo podéis imaginaros cuán enormemente grande debe ser el hombre cósmico, si un solo globo mundo es ya tan inmenso y la distancia de un globo envolvimiento al otro es de eones de eones." (Gr VI 245, 16 y 17).
    La cuestión de la extensión del espacio del universo siempre ha interesado a los astrónomos y se habían establecido diversas teorías, pero de esto no trataremos aquí. ¿Qué hay fuera del espacio universal? pregunta el astrónomo Dr. Karl Schaifers del Observatorio Astronómico de Heidelberg (Alemania). Él encuentra esta pregunta paradójica, ya que, según su opinión "tales preguntas no se pueden contestar". Lorber la contesta de la siguiente manera: "Más allá del hombre cósmico se expande el libre espacio etéreo en todas las direcciones, atravesado por este hombre impulsado por Mi voluntad girando en círculos infinitamente grandes a una velocidad inimaginable y esto por el alimento derivado del infinito mar etéreo, que él prácticamente atraviesa como un pez". (Gr VI 245, 19).
    "Nadie fuera de Dios puede comprender la infinidad del espacio eterno, ni los ángeles más importantes y perfectos comprenden la profundidad del espacio." (Gr lV 56, 9).
    Los cosmólogos no niegan que la capacidad de comprensión del hombre no llega a captar la infinidad del espacio. Así escribe el astrónomo Dr. Heinrich Faust, que "el mundo no puede estar construido de manera que nuestro pequeño cerebro lo comprenda".
    ¿Qué dicen actualmente los astrónomos acerca de la estructura escalonada del universo, tal como lo describió Lorber? Lorber nombra como escalón inferior los espacios solares. Según su terminología un espacio solar corresponde a una galaxia. Lorber dice que existen "grandes" y "pequeños" espacios solares (VdH II 298, 4). El conocido astrónomo suizo Zwicky investigó en el observatorio Monte Palomar en California la distribución de las galaxias en el universo (o sea según Lorber el envolvimiento globo) y pudo demostrar que existen toda clase de conjuntos astrales, "desde el montón de globos y las galaxias enanas hasta las nebulosas espirales enormes, consistentes en muchos millones de soles, y las "pequeñas" y "grandes" galaxias. También Ducrocq señala que "el carácter de rebaño" de las galaxias no es una simple imaginación "La distribución en agrupaciones", concluye Ducrocq, "no corresponde a una coincidencia sino a una ley". "Hoy el científico sabe que la coincidencia pura no existe", afirma Ducrocq.
    El profesor Alfven, Estocolmo, habla en su libro Cosmología y Antimateria de Súper-sistemas galácticas, las llamadas "meta galaxias" y Charlier en su libro Modelo del Universo, clasifica los sistemas en cuatro escalones progresivos al igual que Lorber.
    Según P. von der Osten-Sacken existe, por ejemplo, en la constelación Virgo una gran masa de galaxias. Las galaxias contenidas en esta masa se calculan en unas 3.000. En la constelación "El gran carro" -a 650 millones años luz- se encuentra una masa pequeña de unas 300 galaxias.
    En su libro Dios-Hombre-Universo el científico francés Bivort de la Saudée escribe: "Las galaxias están ordenadas en grupos y masas". En el "Bild der Wissenschaft" (Visión de la ciencia) de 1980 se afirma: "Nuestra galaxia pertenece a un grupo local compuesto por dos o tres docenas de galaxias. El espectro de acumulaciones llega hasta millares de miembros. Hay indicios de una propagación hacia el universo en un orden jerárquico. Estas acumulaciones de galaxias, a su vez se agrupan en "súper-agrupaciones". Hoy se calcula la totalidad de las galaxias -según datos de Pascual Jordan- en diez millones de millones. Ante estos números, la imaginación humana se rinde. Y esto tratándose solamente de las galaxias de nuestro "globo envolvimiento", según Lorber. Numerosos astrónomos hace tiempo intuyen que más allá deben existir otros universos. En el año 1963 la revista alemana Naturwissenschaftliche Rundschau publicó un articulo según el cual el físico P. L. Brown había dado a conocer una hipótesis en la revista inglesa Nature, que decía que el número de universos es ilimitado, lo que corresponde exactamente a lo dicho por Lorber, cuando él habla de "los incontables globos-envolvimientos". Según Brown se puede considerar cada partícula de nuestro cosmos como un electrón del sistema próximo superior, sin que resulten contradictorias a las leyes de la física teórica.
    En el año 190 el presidente de la Unión Astronómica Internacional, el profesor Heckmann, de Santiago de Chile, hizo un llamamiento a los científicos invitándoles a meditar sobre el hecho de que al hombre no le será dado comprender la totalidad del mundo, que solamente será capaz de captar algunas de sus partes. Él habló de partes del cosmos que podrían concebirse con métodos astronómicos
    En los citados escritos Lorber añadió: "Cada uno de estos conjuntos de soles y universos que giran alrededor del sol universal original en unas trayectorias muy extendidas, está a su vez rodeado de un envoltorio sólido, dentro de la profundidad de todos los universos de soles y éste no puede ser traspasado por ningún ser material. El envoltorio consiste en un material transparente, parecido al diamante, que en su cara interior es liso como un espejo. Toda luz, pues, que irradia de los innumerables soles y no es reflectada ni por la tierra, ni por ningún sol, vuelve de nuevo a este envoltorio". (VdH II 300, 6).
    Por lo tanto, los astrónomos podrán ver solamente una mínima parte del universo por más extensión y captación que tengan sus telescopios ópticos y sus radiotelescopios Esta limitación de una visión total de nuestro universo se expresa en los citados comentarios del profesor Heckmann. Más concretamente se refiere a este hecho el astrónomo Dr. Faust. Él escribe: "Si el universo, tal como nosotros lo podemos investigar, está en efecto doblado sobre sí (como sostuvo Einstein, el autor), existe la probabilidad que fuera de este nuestro universo haya otros universos (léase globos envoltorios, el autor). Nunca un ser inteligente que vive en un universo doblado sobre sí mismo puede saber algo de la existencia de otros universos". También el astrónomo Jakob Korn declara que el universo no puede ser investigado en su totalidad y añade: "Los astrónomos conocen muy bien la problemática de la cosmología". La moderna astronomía ya maneja números de una magnitud inmensa cuando habla del cosmos, pero queda dentro de las categorías de la Nueva Revelación y las confirma de un modo sorprendente.
    Si en los años veinte y treinta de nuestro siglo, los astrónomos quedaron estupefactos por las nuevas investigaciones que demostraron la enormidad del universo, algo parecido se produjo cuando en el año 1961 se descubrieron los soles gigantes a través del nuevo radio-telescopio. Todas las ideas preconcebidas acerca del tamaño de los astros quedaron invalidadas.
    El tamaño y la fuerza lumérica de estos objetos son tan fantásticas que rompen con todos los conocimientos aceptados por seguros hasta ahora. Según los cálculos de Einstein el sol más grande no pasaría de ser cien veces mayor que el sol de nuestro sistema. En el año 1935 ya se descubrieron soles con un diámetro varios centenares de veces mayor que nuestro sol y de un peso mil veces mayor y de una luminosidad diez mil veces más potente. Por ejemplo el astro Beteigeuze dentro de la constelación "Orión" tiene un diámetro 500 veces mayor y una luminosidad diecisiete mil veces más potente que nuestro sol El descubrimiento del mayor astro conocido hasta la fecha, el R 136a, en el año 1982, y que posee una luminosidad cien millones de veces mayor que nuestro sol, ha dado fin a la aceptación hasta entonces válida, de que los soles tienen un limite de magnitud Desde el principio de los años sesenta no se explora el universo sólo con telescopios ópticos; con la ayuda de los nuevos radio-telescopios se entra mucho más profundamente en el espacio. Por medio de los radio-telescopios se descubrieron objetos de una magnitud y una potencia que dejaron atónitos a los astrónomos. Al lado de estos objetos estelares, los astros gigantes conocidos hasta ahora, parecen insignificantes y pequeños. Para los astrónomos, estos objetos les parecían enigmáticos ya que al principio no sabían si contarlos entre los astros o entre las galaxias, así que determinaron llamarlos "quasi estelares" o -abreviado- "quasar"; a veces también se les denomina radioesférulas.
    Cuando en el año 1961, unos radio-astrónomos australianos confirmaron la situación exacta de la fuente de radio-emisiones 3C?147, los astrónomos Maarten-Schmidt y Thomas Matthews dirigían el objetivo del telescopio de cinco metros en el Monte Palomar hacia este objeto y de modo óptico lo identificaron como un astro inmenso. Su luminosidad es mayor que el total de los cien mil millones de soles de nuestro sistema de la Vía Láctea. Hasta el año 1968 se encontraron por medio del telescopio de cinco metros casi un centenar de estos objetos. Entre éstos, algunos son "quasars" para el asombro de los investigadores.
    El "quasar" 3 C48, por ejemplo, tiene una luminosidad 150 veces mayor que cien mil millones de soles de nuestra Vía Láctea. El "quasar" 3 C-273 tiene una energía de 1.000 grandes galaxias de cien mil millones de soles cada uno. La existencia de tales soles contradice todos los conceptos científicos tenidos por válidos hasta ahora. Una vez más el mundo de los científicos quedó abrumado ante estos datos. Incluso faltaban los términos para definir la enorme dimensión y la luminosidad de aquellos objetos estelares. Un criterio muy particular de los "quasares" es la gran diferenciación de los rojos, que indica unas distancias de seis a diez mi1 millones de años luz. La definición de distancias a base de la diferenciación de los rojos y del llamado Efecto-Doble se pone en duda últimamente. Algunos científicos creían que no se trataba de astros gigantes sino de galaxias. Pero esta hipótesis se mantuvo solamente durante corto tiempo. Desde el año 1965 se han podido comprobar fuertes oscilaciones de energía en los "quasares". El profesor Sandage comentó en el Astrophysical Journal haber descubierto en el "Quasar" 3 C-371 unas oscilaciones regulares de luminosidad en el breve espacio de 24 horas. También otros astrónomos hicieron descubrimientos parecidos con distintos "quasares". El astrónomo ruso Kardaschev ha constatado oscilaciones periódicas hasta un 20 %. Este tipo de variaciones de luminosidad son una característica conocida en astros pero impensable en galaxias. Según la teoría astrofísica no deberían existir "quasares" de tal magnitud, ya que "la presión de irradiación y la presión centrifugal juntamente excluyen la existencia de más de 1032 kilogramos. Pero hace pocas décadas tampoco se podía imaginar una fuente de energía tan potente como para conservar la intensa radiación solar durante miles de millones de años. Últimamente se llegó a la conclusión que la radiación proviene de la energía nuclear. A la tesis de la imposibilidad de la existencia de "quasares" el profesor Tirala opone lo siguiente: "El astro gigante debería haber volado en pedazos según la idea de Einstein, pero no lo hace, y en cambio irradia continuamente una cantidad enorme de energía" En el pasado había muchas hipótesis que han tenido que ser rectificadas por el peso de los hechos. Sobra entrar en más detalles en los intentos de explicar y aclarar que se dan sobre los "quasares", ya que durante las jornadas astronómicas no pasaron ni de la primera vuelta. "En ningún campo se especula tanto como en la cosmología", dice K. Rudzinski.
    Lorber se adelantó a los resultados de la investigación actual con respecto a los "quasares". Tal como describió el universo que encuentra su máxima expansión en el gran hombre cósmico, así se ocupó también detalladamente de los "quasares". Él da un cuadro clarísimo de los escalones en el orden de magnitudes y de luminosidades de las diferentes clases de soles centrales a las generaciones anteriores a la nuestra, estas descripciones deben haberles parecido el producto de una fantasía muy desarrollada, una especie de gigantomania. Los lectores de nuestro tiempo que conocen los resultados de las investigaciones de la astronomía, reconocerán con sorpresa la validez de las siguientes explicaciones de Lorber, e incluso quedarán meditabundos ante la exactitud. Lorber escribe: "que cada conjunto solar (= galaxia) tiene su sol central. Este sol central siempre es tan grande que su volumen sobrepasa en cien o hasta en miles de veces el volumen de los soles planetarios que lo circundan; a veces los sobrepasa en millones de veces, ya que hay conjuntos más grandes y otros más pequeños".
    "Tal como aumentan los tamaños de los soles centrales, también aumenta su luminosidad..." "Si el diámetro de un sol central planetario mide un billón de millas terrestres (milla alemana = 7,4 kilómetros), el diámetro del sol central de un conjunto solar mide millones de veces el diámetro de un sol central planetario. Un "sol central de universo", por su lado tiene una magnitud de millones o hasta de billones de veces mayor en su relación de tamaño y luminosidad". (VdH II 298). Nos parece increíble, pero escuchemos a IQS astrónomos competentes: El profesor Sandage declara: "Calculando por encima la irradiación emitida del CTA-102, la energía es cien billones de veces mayor que la energía de nuestro sol". Una irradiación similar se puede comprobar en el "quasar" 3C-273B.
    A los astrofísicos les parece inimaginable la existencia de astros que producen una energía de 10E46 erg/segundo. La reacción de fusión del hidrógeno no basta para explicar estos aumentos de energía y su irradiación. Actualmente no existe ningún modelo físico para demostrar la irradiación de tales cantidades de energía. Los científicos están consternados, ya que los objetos anteriormente considerados soles insignificantes de nuestra Vía Láctea, ahora resultan estar a cientos de miles de veces más alejados, o sea, hallándose en el espacio a millones de años luz, según las últimas investigaciones. El astrónomo H. Fahr dice -seguramente con acierto- "hay que reconsiderar el total de nuestros conocimientos acerca del espacio, a la luz de las comprobaciones experimentales de los últimos tiempos". En el año 1964 el astrónomo ruso V. A. Amberzumian de Erivan (Armenia) declaró: "A pesar de las múltiples incógnitas que ofrecen los "quasars", no queda lugar para dudar de que el núcleo de las galaxias ofrece una importancia mucho mayor en el proceso evolutivo de las grandes islas cósmicas (es decir, las galaxias, el autor). Aparentemente la evolución de una galaxia comienza desde un núcleo de una masa enorme y de una gran densidad". Los astrónomos americanos Hoyle y Fowler también opinan que el núcleo de las galaxias no consiste en astros singulares sino en un "mega-astro", o sea en un "quasar" con una masa de unos cien millones de soles.
    Esto ha sido demostrado con el descubrimiento del "quasar" M 82, por primera vez. Ya en el año 1964 se descubrió que el centro de las nebulosas espirales (galaxias) no se compone de astros sueltos, sino que éstas se originan de una formación homogénea similar a un astro. Según Bild der Wissenschaft se sabe desde el año 1982, que los "quasares" representan los núcleos de galaxias muy alejadas A la hipótesis de algunos astrónomos, de que los "quasares" son los llamados "agujeros negros" se opone el hecho siguiente: es generalmente admitido que los "agujeros negros" no emiten luz, por lo tanto tampoco se les puede detectar con telescopios luminosos. Según Bild der Wissenschaft N° 4/1982 se ha captado luz emitida de los "quasares" a través del telescopio de 3,6 m del observatorio astronómico europeo, situado en el sur de Chile. Los astrónomos E. Bedlin y G. Neugebauer del California-Institute of Technology, consiguieron demostrar por mediciones ultrarrojas muy exhaustivas que el núcleo de nuestra Vía Láctea corresponde a una masa de treinta millones de soles.
    Últimamente se observa otro tipo de incidente en los soles centrales, que también fue descrito por Lorber. El profesor Allan Bandage tomó impresiones del M 82, que mostraron la emanación de grandes nubes de gases desde el núcleo. En el M 82 que antes también se consideró equivocadamente como perteneciente a nuestro sistema lácteo, se pudo diferenciar claramente un núcleo y un rayo largo saliendo expulsado desde el centro del astro. También el enorme M 87, de la acumulación constelar de Virgo expulsa poderosas protuberancias hacia el espacio, "figuraciones luminosas que son tan largas como galaxias enteras". Recientemente los astrónomos Shaffer, Cohen, Jauncy y Kellermann ? según un reportaje en la revista Zeit del 21 de julio de 1972, determinaron que también el núcleo de la galaxia Seyfert 3 C-100 expulsa nubes de gases. Las observaciones, cada vez más numerosas, no dejan lugar a duda entre los astrónomos que dentro de los núcleos de las galaxias, o sea dentro de los enormes "soles centrales" se origina nueva materia.
    De nuevo los astrónomos se vieron ante una nueva situación y les costó comprender el fenómeno. Algunos creían que se trataba de una "Nova", aunque las erupciones de una "Nova" suelen durar solamente algunas horas o al máximo un par de días. Otros tomaban los hechos observados como reacciones en cadena de astros en explosión. Pero esta teoría fue rechazada por el astrónomo D. Sidney van der Berg, después de una serie de comprobaciones exactas, y a base de las fotografías del núcleo del M 82, se llegó a la conclusión de que la emanación de nubes de materia son el resultado de la presión de la irradiación de astros muy grandes y muy candentes. Es allí, por lo tanto, donde se originan las ondas de fuerza registradas. En un comunicado del año 1970 se expresó que se puede aceptar por seguro que dentro del "núcleo de las galaxias se manifiestan transformaciones cósmicas extraordinarias". Para Ducrocq queda definitivamente claro que "los astros envían materia al cosmos dentro de sus diferentes fases de su evolución y a un ritmo diferenciado". De igual modo declara von der Osten-Sacken: "Se puede suponer que en las cercanías de los núcleos se originan soles". Estas opiniones concuerdan exactamente con las manifestaciones de la Nueva Revelación. Jakob Lorber habla de estas evoluciones y describe el nacimiento de soles desde el cuerpo del sol central ("quasares") como sigue: "Encima de este sol enorme quema el gas más puro y éste debe estar en abundancia dentro de los grandes gasómetros subsolares" (VdH II 298, 15). Según Lorber "estos gases son lanzados al infimito en forma de bolas candentes". "En cualquier profundidad del espacio se convierten luego en soles, dentro de un área alrededor de un sol central."
    La presentación de la Nueva Revelación es idéntica a la teoría del astrofísico Fred Hoyle, de un universo temporalmente constante, hasta tal punto que la llamada "steady-state-theory" provee la producción constante de nuevas masas cósmicas. También según los datos de Pascual Jordan concuerdan las expresiones de la Nueva Revelación, que dice: "de las nubes de plasma (gases) se originan continuamente nuevos astros".
    Al mismo tiempo, Lorber afirma que nuestra tierra no ha sido expulsada por nuestro sol, sino de un "enorme sol central original dentro de nuestro globo-envolvimiento". Literalmente dice: "Con esta tierra ocurre algo muy excepcional. Pertenece como planeta a este sol, pero no proviene de este sol como los demás planetas, sino que tomó su origen ya desde el sol original". (Gr. IV 106, 8).
    En los siglos pasados los astrónomos tomaron por seguro que nuestra tierra proviene de nuestro sol. Hoy está claro que no se pueda sostener esta teoría. Actualmente los científicos reconocen lo siguiente: "la opinión generalmente aceptada de que nuestra tierra consiste de material solar es equivocada. Nuestro planeta se compone en más de su mitad de elementos pesados (hierro, níquel, cobre, zinc, plomo, uranio, etc., el editor), elementos que no existen en el sol. La diferencia de su composición química hace excluir la posibilidad de que la tierra sea una fracción del sol". "La temperatura solar es demasiado baja -lo ha sido siempre- como para garantizar la construcción de los elementos pesados, que componen la mayor parte de nuestro planeta. Seguramente la tierra tomó su origen desde un astro diez veces mayor como mínimo. Porque solamente un "súper-gigante" puede desarrollar el calor necesario para engendrar los elementos que se encuentran en su estado natural en nuestro planeta." De este modo volvemos a tener una hipótesis, que luego resulta equivocada y nuevamente la opinión científica concuerda con las descripciones de la Nueva Revelación.
    El sol central de nuestro globo-envolvimiento descrito por Lorber, sobrepasa con respecto a su tamaño y su luminosidad cualquier posibilidad de imaginación. Según datos dados por Lorber este sol central original es idéntico con el astro Regulo dentro de la constelación Leo. Pero este astro no les parece a los astrónomos ni excepcionalmente grande ni demasiado alejado. Lorber, en cambio, habla de "una distancia incalculable". Desde luego, los astrónomos saben que los datos que poseen descansan sobre pies de barro. Esto fue demostrado en varias ocasiones durante las últimas décadas. Ducrocq anota que en el año 1960 se tuvieron que corregir los valores calculados diez años antes por resultar falsos. Después del descubrimiento de los "quasares" se dieron nuevamente rectificaciones que echaron por tierra todo cálculo anterior.
    El discurso del profesor Maarten-Schmidt de Pasadena, durante una jornada de la Asociación Astronómica, en el año 1969 en Nuremberg, demuestra que con respecto a los cálculos de distancias todavía queda todo por ver Después de cinco años de trabajo no hay ninguna posibilidad de calcular la distancia de estos objetos extraordinarios. El Regulo se cuenta entre la clase quinta, la más baja de los enanos o astros principales, entre los cuales también se cuenta nuestro sol (los "quasares" aún no están clasificados). Se creía antes que los "quasares" eran astros débiles y de muy poca importancia, mientras que hoy se sabe que algunos de ellos tienen una luminosidad miles de millones mayor que nuestro sol. En este contexto resulta significativo lo dicho por el astrónomo doctor Karl Schaifers (del observatorio Heidelberg, Alemania) "de que nunca se puede asegurar a través del método de la diferenciación de colores, si un astro aparentemente insignificante de la quinta clase no pueda resultar un astro gigante o enano". Esto nos hace comprender la diferencia en los datos que dan los astrónomos, como, por ejemplo, Matthews, que calcula el "quasar" 3 C48 a una distancia de un millón de años luz, mientras otros creen que la distancia de este objeto estelar es de cinco mil millones de años luz.
    Durante los últimos veinte años, los astrónomos tuvieron que rectificar varias veces sus cálculos de los astros, tanto en lo que se refiere a la magnitud de los objetos estelares, como la edad del cosmos. Los nuevos conocimientos se acercan cada vez más a las descripciones de la Nueva Revelación. Por tanto parece justificado aceptar que el desarrollo futuro siga en la misma línea.


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© Texto: Kurt Eggenstein; © Edición informática; © by Gerd Gutemann G. Gutemann